martes, 14 de julio de 2009

Siesta




Miraba cada maceta esperanzada de flores, perseguía cada perfume buscando pedacitos de primavera. Esperaba ilusionada en cada esquina la aparición de un arcoiris, la sonrisa de un duende con un diente de cada color, o una plaza con un árbol verde, un beso rojo, una pelota naranja y un tobogán amarillo con escalones azules. Andaba sin rumbo, desorientada en el invierno blanco y negro.



Una mariposa volaba entre los edificios grises.



Vino hacia mí dibujando espirales naranjas sobre un pizarrón de asfalto, humo y cemento. Vino hacia mí bailando, me pintó con témpera y un pincel que me hizo cosquillas, como el sol en septiembre.





Él me acariciaba, yo dormía.







"no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme"
Oliverio Girondo